Testimonio de David

«Ya han pasado más de 50 días desde que regresé de la mejor experiencia de mi vida. Me resulta muy complicado explicar a mis amigos, compañeros de trabajo, familia, como ha ido la experiencia cuando me preguntan “¿Qué tal por África? Tardaría mucho tiempo en dar respuesta a esta pregunta.

Para poder explicar mi experiencia debo remontarme al 30 de mayo de 2012 cuando fui a recoger a mi pareja al aeropuerto de Madrid. Maitane volvía del viaje de Afrikable después de haber estado en una isla llamada Lamu durante un mes. Tras cruzar las puertas automáticas, siempre recordaré sus primeras palabras al verme: “Tengo que volver”.

Durante los siguientes cinco años, cada vez que tocaba organizar nuestras vacaciones, siempre me decía Maitane: “Otro año más que no vuelvo a Afrikable, Visu el año que viene tenemos que ir juntos sí o sí eh?”.

Finalmente, y después de cinco años “aguantando”, decidí realizar el viaje con ella a aquella isla de Kenia de la cual había escuchado cientos de historias, de sabores, de olores…

La inolvidable experiencia inicia desde el instante que te montas en el barco que te llevará hasta la isla de Lamu. Ahí la tenía, después de tanto tiempo, me separaba de ella simplemente 5 minutos de trayecto.

David y Maitane camino a Lamu

Al pisar Lamu, te das cuenta del encanto tan especial que desprende. Para ir hasta Afrikable tus maletas son portadas gracias a la inolvidable burra Pantoja.

La primera caminata desde el puerto hasta la samba rápidamente te das cuenta que la isla de Lamu te va dejar huella. Recuerdo haber saludado en los apenas 25 minutos de camino a más de 100 personas. Todo el mundo con la sonrisa en la cara. Al llegar a la samba nos “atacaron” una manada de niños con su único afán de abrazarte, darte besos, tocarte…consecuencia: primer momento con la piel de gallina.

Desde el primer momento que crucé la puerta de Afrikable sentí que Maitane me había engañado en sus historias de la ong pequeñita y familiar. Lo que tenía delante de mi y pude disfrutar es un gran proyecto que va creciendo paso a paso, grano a grano. A eso es lo que fuimos nosotros a aportar nuestro granito de arena.

En mi caso me tocó estar dentro del departamento de la escuela ayudando a Madame Joice. En mi vida profesional me dedico a la enseñanza de adultos y no había tratado con tantos “monstruitos” a la vez. Tras 10 minutos ya los tenía dominados con un par de “Sasa hapana, sasa school, na after we kucheza”. Esa mezcla de idiomas que a todos los voluntarios nos sale ya desde el primer día y que, al cabo de 3 días, no sabes ni en que estás hablando cuando el resto de compañeros te miran con cara rara.

David en la escuelita

El proyecto crece cada día, cada hora, gracias al esfuerzo diario de las mujeres allá presentes. Ejemplo de superación, valor, coraje. Cada una de ellas tiene una historia que solo escucharla estremece.

Como todo el mundo, dejamos nuestra cómoda vida para ir aportar. Creo que puse mi granito de arena pero debo admitir que me llevo una bolsa entera de arena. Una bolsa que me acompañará el resto de mi vida y que llevaré en el corazón para siempre.

Tras cinco años entiendo perfectamente las palabras de Maitane. Ahora soy yo el que quiere volver.

David en la escuelita

Asante Sana.

Nakupenda Lamu.

Nakupenda Afrikable.

Autor: David Martínez